
El regreso de las bases militares a Ecuador: ¿una recuperación de la soberanía perdida?
Con 83 votos a favor y el rechazo de la bancada correísta, la Asamblea Nacional finalmente aprobó la Reforma Constitucional sobre las bases militares extranjeras en Ecuador para Referéndum, una medida que ha desatado debate, emoción y controversia.
Pero más allá de la polémica, esta decisión marca el cumplimiento de la decisión de los ecuatorianos que pedían a las autoridades una respuesta frontal a la ola de violencia e inseguridad que azota al país.
Uno de sus detractores, fue el asambleísta de la RC5, Ricardo Patiño, quien con el cuento de la soberanía, que hoy está en manos de la delincuencia organizada transnacional, insistió en defender la decisión tomada en 2009, cuando el entonces presidente Rafael Correa ordenó la salida de la base militar estadounidense de Manta, argumentando una defensa radical de la soberanía nacional.
Pero los hechos, cuentan la realidad de esta historia, mientras se clausuraban convenios de seguridad con Estados Unidos, el gobierno permitió el ingreso irrestricto de extranjeros sin antecedentes penales, lo que según expertos abrió la puerta al crimen organizado internacional.
El asambleísta por ADN, Adrián Castro, hizo enfásis en este punto.
Lo cierto, es que no pasó mucho tiempo para que el Ecuador sintiera las consecuencias: Raúl Reyes, comandante del grupo guerrillero colombiano FARC, se instaló en el campamento de Angostura, dentro del territorio ecuatoriano. Allí fue abatido por una operación militar del gobierno colombiano en 2008, sin que se le informara al presidente Correa. ¿La razón? Según el exvicepresidente colombiano Francisco Santos, si Correa se enteraba, “le avisaba a las FARC”.
Este episodio no solo reveló la vulnerabilidad del país tras la salida de las bases, sino también una peligrosa proximidad entre el correísmo y grupos armados ilegales. Aquel discurso de soberanía se empezó a ver más como un escudo ideológico que como una estrategia real de seguridad.
Y aunque Patiño insiste que tras la salida de la base de Manta, los homicidios se redujeron lo cierto es que informes posteriores y declaraciones de exfuncionarios apuntan a otra verdad: se maquillaron cifras de homicidios durante el correísmo, se cambiaron tipificaciones, y el Estado fue perdiendo control territorial poco a poco.
Hoy, Ecuador vive una crisis de seguridad sin precedentes, con territorios controlados por bandas narco-criminales, cárceles dominadas por mafias, y una sociedad que clama por orden.
La decisión es La voz del pueblo que habló en las urnas.
El regreso de las bases no es una imposición extranjera. Es una decisión soberana del Estado ecuatoriano, legitimada por el voto popular. Daniel Noboa ofreció esta medida como parte de su estrategia para recuperar el país del caos, y ahora, la Asamblea la aprueba con amplio respaldo. Es el pueblo quien ha decidido que, para tener soberanía, primero debe haber seguridad.
Aunque para algunos, permitir presencia militar extranjera es ceder terreno, para otros, la verdadera soberanía no es un discurso: es la capacidad del Estado de proteger a su gente. Si el Ecuador está siendo invadido por bandas extranjeras, entonces no hay soberanía que defender. Hay que reconquistarla.
La reforma parcial al artículo 5 de la Constitución busca eliminar la prohibición de establecer bases militares extranjeras en el país. La misma que deberá ser analizada por la Corte Constitucional, para finalmente ser sometida a un referéndum, donde el pueblo tendrá la última palabra.
